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jueves, 29 de abril de 2010

Paramasoneria


La Orden DeMolay es una sociedad paramasónica juvenil para hombres de 13 a 21 años, hijos, hermanos o sobrinos de masones adultos. Fundada en Estados Unidos en enero de 1919 por el pastor evangélico y masón Frank S. Land. Tiene capítulos en Canadá, Brasil, Bolivia, Australia, México, Panamá, Japón, Italia, Filipinas y Paraguay. Las actividades que se practican en la orden DeMolay son viajes, excursiones, fiestas, deportes. Un DeMolay está comprometido a respetar y cumplir las Siete virtudes: amor filial, reverencia por las cosas sagradas, cortesía, compañerismo, fidelidad, pureza y patriotismo.

A esta parte masculina le siguió la Orden Internacional del Arcoiris para Muchachas (International Order of the Rainbow for Girls) que es para mujeres adolescentes de entre 12 y 21 años. Fundada en 1922 por el reverendo Mark Sexson como una opción paramasónica enfocada a chicas, similar a la Orden de Demolay y a la Orden de la Estrella Oriental (para mujeres esposas e hijas adultas de masones). Se basa en los siguientes valores -cada uno asociado a un color-:

Amor (rojo); Espiritualidad y militancia en la religión de su preferencia (naranja); Naturaleza (amarillo); Inmortalidad (verde); Fidelidad (azul); Patriotismo (indigo) y servicio (violeta).
Está activa en los siguientes países: Aruba, Australia, Bolivia, Brasil, Canadá, Filipinas, Guam, Cuba, Francia, Alemania, Italia, Japón, Panamá, Paraguay y Vietnam.

Gran Arquitecto del Universo


El Gran Arquitecto del Universo, expresado habitualmente con el acrónimo G.·.A.·.D.·.U.·., es un símbolo tradicional en masonería cuyo contenido, interpretación y relevancia varían según la corriente masónica de que se trate.
Para la corriente que generalmente se denomina regular, el GADU representa al Ser Supremo, un principio masónico cuya creencia e invocación en la práctica del rito son imprescindibles. Para la corriente que suele denominarse liberal o adogmática, establecer la condición de la creencia en un Ser Supremo supone limitar la libertad de conciencia de sus miembros, por lo que ni la creencia en el GADU ni su invocación son preceptivas.
Los masones, como individuos, son en todo caso libres de darle el contenido que mejor se ajuste a sus creencias. Como todos los símbolos, proporciona un marco, pero su interpretación concreta corresponde a cada cual.
Muchos francmasones consideran que el símbolo GADU es igual al Dios creador que determina a su voluntad los planes de la existencia. Para otros muchos simboliza la idea de un Principio Creador que está en el origen del Universo, cuya naturaleza es indefinible. Hay por último masones que, prescindiendo de cualquier enfoque trascendente, identifican al GADU con la sublimación del ideal masónico o que lo interpretan desde una perspectiva panteísta o naturalista.Añadir imagen

jueves, 15 de abril de 2010

Principios de la Francmasoneria


Una de las leyendas más importantes de la Francmasonería atribuye a Hiram Abif, mítico arquitecto del Templo de Salomón en Jerusalén, la fundación de la orden masónica. Algunos textos retrotraen el origen de la masonería a épocas de aún mayor antigüedad, llegando a considerar como fundadores a distintas figuras bíblicas como Tubalcaín, Moisés, Noé o el mismísimo Adán. Más realistas, pero todavía en el ámbito de lo mítico o de lo pseudohistórico, diversos autores han atribuido este origen a los constructores de las pirámides en el antiguo Egipto, a los Collegia Fabrorum romanos, a la orden de los Templarios, la de los Rosacruces o a los humanistas del Renacimiento.

Es comúnmente aceptado que la Francmasonería moderna procede de los gremios de constructores medievales de castillos y catedrales, que evolucionaron hacia comunidades de tipo especulativo e intelectual, conservando parte de sus antiguos ritos y símbolos. Este proceso, que pudo iniciarse en distintos momentos y lugares, culminó a principios del siglo XVIII.

Los chupadores o albañiles medievales, denominados masones, disponían de lugares de reunión y cobijo, denominados logias, situados normalmente en las inmediaciones de las obras. Era común a los gremios profesionales de la época el dotarse de reglamentos y normas de conducta de régimen interior. Solían también seguir un modelo ritualizado para dar a sus miembros acceso a ciertos conocimientos o al ejercicio de determinadas funciones. Los masones destacaron especialmente en estos aspectos.